Global Plus: Religión e inmigración en Europa

La transición hacia sociedades con mayor diversidad religiosa y étnica no suele ser fácil. La recesión económica y los mayores temores en materia de seguridad la han hecho especialmente difícil para los países europeos.

En medio de la agitación, muchos gobiernos han renunciado a los esfuerzos de integración social en favor de una legislación que restrinja la libertad religiosa. Pero los estudios indican que estos esfuerzos sólo aumentan los conflictos.

Esperamos que el siguiente resumen de la periodista italiana Elisa Di Benedetto y los enlaces a recursos, libros y artículos que lo acompañan contribuyan a su comprensión de la crítica cuestión de la religión y la inmigración en Europa.

La inmigración y el cambiante panorama religioso de Europa

Una babel de idiomas -italiano, árabe, farsi, inglés, búlgaro, kurdo- da la bienvenida a los pasajeros vespertinos a las puertas de la estación de tren Ostiense de Roma.

El aparcamiento de enfrente es un punto de encuentro para refugiados y solicitantes de asilo, así como para ciudadanos italianos y europeos sin hogar.

Organizaciones caritativas católicas reparten alimentos y ropa a los necesitados, que hacen cola por las tardes para recibir una comida caliente. Los miércoles, los pentecostales de la zona se acercan a los nuevos inmigrantes. En lugar de comida, llevan guitarras, folletos y ejemplares de la Biblia traducidos al árabe, al farsi y al inglés.

Su objetivo: Alimentar las almas de esas personas con alimento espiritual, para que puedan encontrarse con Jesús, dice el evangelista Walter Patt, de la cercana Iglesia Apostólica, que lleva 15 años trabajando con inmigrantes. La escena ante la estación de Ostiense ofrece un retrato de la evolución del panorama religioso europeo. Las oleadas de inmigrantes con una fuerte fe religiosa y la nueva libertad religiosa tras la caída del comunismo en Europa del Este están revitalizando la religión en todo el continente.

Una región que antes se creía en inexorable marcha hacia el secularismo está adquiriendo una creciente vitalidad y diversidad religiosas. Aunque un gran número de inmigrantes son musulmanes, también se está abriendo paso una gran variedad de otros grupos religiosos.

Por ejemplo, en Noruega, la inmigración procedente de Polonia y otras naciones ha contribuido a quintuplicar la población católica -de 40.000 a 200.000- desde 1996.

En Roma, la "ciudad eterna" que alberga el Vaticano, a la mayor mezquita de Europa se unirá pronto el mayor templo construido por la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días de Italia.

Y se prevé que estos cambios continúen. Los inmigrantes tienen una tasa de fecundidad más alta y los inmigrantes no europeos tienden a ser más religiosos que la población de acogida y tienen más probabilidades de conservar su religiosidad, señalan los investigadores de la Universidad de Londres y el Programa Mundial de Población.

La combinación de estos factores -religiosidad, fecundidad y retención religiosa- desempeñará un papel crucial en la remodelación del panorama religioso en Europa, que puede ver una desecularización en Europa Occidental a finales de este siglo.

La transición, sin embargo, no ha sido fácil, ya que tanto los grupos laicos como los confesionales mayoritarios de muchas naciones han renunciado a los esfuerzos de integración social en favor de una legislación que restringe la libertad religiosa. Si a esto se añade el sentimiento antiinmigración en una época de incertidumbre económica, la volátil mezcla de religión e inmigración está causando agitación en la vida pública y privada de los europeos.

Considere estos casos:

• Francia: Haciendo gala de lo que sus defensores denominan valores laicos de la nación, Francia aprobó en 2010 una ley que prohíbe los velos integrales, una forma de vestir que algunas mujeres musulmanas consideran una exigencia de su fe. La prohibición entró en vigor en 2011, mientras que la ropa y los símbolos religiosos en las escuelas públicas ya se habían prohibido en 2004.
• Suiza: En 2009, los suizos aprobaron una prohibición nacional de construir nuevos minaretes, las torres de oración situadas sobre las mezquitas. En 2013, casi dos tercios de los votantes del cantón del Tesino aprobaron la prohibición del velo integral en espacios públicos.
• Austria: El gobierno propuso recientemente una serie de cambios en la "Islamgesetz" (Ley sobre el Islam), que se introdujo por primera vez en 1912. El proyecto de ley prohibiría la financiación extranjera de organizaciones islámicas, obligaría a las comunidades islámicas a adoptar una traducción alemana normalizada del Corán e introduce nuevas normas para el empleo de clérigos.
• Rusia: En Rusia y otros países del antiguo bloque soviético, como Bielorrusia, se han aprobado leyes que favorecen a la Iglesia ortodoxa mayoritaria e imponen restricciones a los grupos religiosos minoritarios en ámbitos que van desde la evangelización hasta la capacidad de construir o alquilar lugares de culto.
• Italia: Los casos judiciales que cuestionan el derecho a exhibir crucifijos en las escuelas públicas han generado una continua controversia. Las encuestas revelaron que hasta el 85% de los italianos se oponían a una sentencia de un tribunal europeo que afirmaba que los crucifijos en las escuelas violaban los derechos de los no creyentes, y el resultado fue que se colocaron más crucifijos en las escuelas como símbolos del patrimonio de la nación. Varias ciudades prohíben el velo integral y los alcaldes de la Liga Norte, contrarios a la inmigración, prohíben los bañadores islámicos.

Lo que complica aún más las cuestiones relacionadas con la fe y la inmigración es la larga recesión que ha creado altas tasas de desempleo en toda Europa. En Grecia, el partido ultranacionalista Amanecer Dorado ha aprovechado los problemas económicos y de inmigración, junto con la retórica antimusulmana, para ganar sus primeros escaños en el Parlamento Europeo y convertirse en el tercer partido más importante del país.

A la tensión se suman los problemas de seguridad. El crecimiento del Estado Islámico reavivó los temores a los tipos de terrorismo interno que Europa Occidental experimentó con los atentados suicidas de Madrid y Londres en 2004 y 2005. Preocupa que el fenómeno de combatientes extranjeros - según algunas estimaciones, el 20 por ciento de los 16.000 musulmanes que se unieron al conflicto en Siria fueron reclutados en la Unión Europea- proporcionará una red y un caldo de cultivo para actos violentos en el continente.

Incluso en la relativamente tolerante Alemania, un grupo autodenominado Europeos patrióticos contra la islamización de Occidente ha atraído a un número creciente de personas a las concentraciones contra la inmigración, en las que los manifestantes gritan lemas como Somos el pueblo y llevan carteles en los que se lee Por la preservación de nuestra cultura.

Sin embargo, la investigación sugiere que restringir la libertad no es la respuesta.

Brian Grim, del Pew Research Center, y Roger Finke, de la Universidad Estatal de Pensilvania, señalan en su exhaustivo estudio sobre la persecución religiosa en el mundo que si se suprimen las libertades religiosas es probable que aumenten los conflictos. La libertad religiosa sirve para reducir los conflictos, afirman Grim y Finke, en parte porque disminuye la tolerancia pública al vigilantismo contra los grupos menos populares y protege contra la tiranía de la mayoría. Los grupos religiosos minoritarios también tienen menos agravios que puedan alimentar la violencia.

Lo que parece más prometedor son los esfuerzos de integración social.

Un estudio de la Universidad de Munster sobre cinco países de Europa Occidental reveló que tener contacto personal con musulmanes estaba estrechamente relacionado con actitudes favorables hacia el islam en todos los países. Por ejemplo, en la antigua Alemania Occidental, el 38% de los encuestados que declararon haber tenido mucho contacto con musulmanes tenían actitudes muy positivas; sólo el 1% de los encuestados que no habían tenido ningún contacto tenían actitudes muy positivas hacia los musulmanes.

En el estudio europeo, sin embargo, menos del 10% de los encuestados afirmaron tener mucho contacto con musulmanes.

No hace falta mirar más allá de la estación Ostiense, construida en 1938 por el líder fascista Benito Mussolini para dar la bienvenida a Italia a Adolf Hitler, para recordar la capacidad de inhumanidad posible cuando la ideología nacionalista y étnica, avivada por el fuego de los prejuicios y los temores económicos, se vuelve contra las poblaciones minoritarias.

Hoy, es aquí, en este crisol de culturas y en zonas similares de todo el continente, donde se forjará una nueva Europa en medio de las fuerzas dinámicas de una creciente diversidad religiosa y étnica.

Los musulmanes del norte y el oeste de África y Asia, los cristianos pentecostales y carismáticos que emigran del Sur Global, las resurgentes iglesias ortodoxas orientales liberadas de la represión e incluso movimientos nacidos en Estados Unidos como la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y los Testigos de Jehová desempeñarán un papel.

También lo harán personas como Albert, seudónimo de un inmigrante afgano que ha hecho una nueva vida aquí. Tras ser acogido y atendido por grupos religiosos fuera de Ostiense hace siete años, se convirtió al cristianismo y ahora pasa muchas de sus tardes acogiendo a los inmigrantes más recientes.

Albert dice que no puede compartir su verdadero nombre por miedo a que sus familiares en Afganistán sean perseguidos a causa de su conversión. Solo habla de su decisión con sus amigos más íntimos.

Mis amigos respetan mi elección, otros no lo entenderían y mi vida correría peligro, también aquí en Italia.

Si el Servicio de Migración no le prorroga el permiso de residencia, tendrá que abandonar Europa y plantearse regresar a Afganistán, y mantener en secreto su religión o volver al Islam.

Es una elección que Albert espera no tener que hacer nunca. Italia es ahora su hogar.